Hace ahora tres años entré por la puerta del CEPA de Plasencia con más incertidumbre que certezas y, a decir verdad, solo encontré respeto, compañerismo y motivación. Análogo a la misma vida, éste, nuestro centro, como tantos otros ha sido, es y será testigo de muchas idas y venidas pero lo más importante siempre quedará en él...los recuerdos.
He conocido gente maravillosa, muy profesional, con grandes corazones, sedientaos de ofrecer y aprender. Alumnos/as que me han enseñado muchísimo y otros que pusieron a prueba mi valía como humilde maestro.
Lamento los errores, que los hubo, y solicito las disculpas de mis compañeros y espero que sepan reconocer una vez más que soy, eso, un maestro con ganas de hacerlas cosas bien aunque eso no siempre se cumpla.
Quiero hacer una mención especial a dos personas que, por unas razones u otras me han marcado en momentos muy significativos y a las cuales, evidentemente, no olvidaré. Anselmo Díaz Cabello...del que recelaba por su aparente seriedad y del que me llevo un grato recuerdo pues ha sabido darme compañerismo, complicidad y mucha, mucha simpatía. Y justo, cuando me marcho llega un muchacho para remar codo con codo en la mejor de las barcas...Enrique Sánchez Santiago. Lástima que las cosas hayan venido dadas de tal forma pero te agradezco tu humor diario, tu empatía y, sobre todo, la conexión que de manera mágica cautivaba y desconcertada al resto de participantes del claustro...pues creo que jamás entendieron que nuestra estupidez nos daba la vida.
Me he permitido el lujo que escribir, de utilizar el blog que a principios de curso creé porque lo siento muy cercano y espero con todas mis ilusiones que siga vivo durante mucho tiempo. Disculpadme.
Me voy, no muy lejos. Ya conozco las caras de los niños que me sufrirán, ya les espero con los brazos abiertos para vaciarme y darles lo que honestamente pueda.
Un abrazo enorme a todos/as...y hasta siempre.
Justi.
